-Mira como se retuerce ¡Jodido cerdo! Asco, rastros de ese vodka barato, 4 euros, 700 centilitros del remedio ruso, el que beben los hombres de título y mujer virtuosa ¿Es eso no? Hombre de provecho, saca pecho ¡Pimpollo!
Mira en lo que te has convertido, no se donde estás, tampoco me importa, me gustaría estar contigo, quiero estar contigo, te quiero ¡Cabrón!
-Me miro al espejo; corro; desde allí donde estoy; para pedirte perdón; lo siento. Cuatro calles y un problema. Cuatro calles hasta donde me esperas. Un problema. Se que lo harás sentada, solo se sienta quien espera, quien espera aunque sea levantarse. Leyendo el periódico al revés. Me adoras. Te diré cualquier mamonada un par de veces y listo; te tirarás a mis brazos y listo. Te follare y listo. Hasta la próxima.
-No solo se retuerce el cabrón, ahora llora. De puro llanto, ha olvidado que antes era un hijo de puta. Ha salido el niño, aquel que seguro llevaba en su interior. Ha soportado durante una vida el funesto embarazo y ahora el niño llora. ¡Me cago en el niño! Yo y las cuatro comadronas que le asfixian nos cagamos en el niño. No lo dejaremos convertirse en el infame, vil, ruin y repugnante cabrón que es.
-Me pisa la cabeza y me da igual, la quiero tanto, será que algo he hecho. Soy un bobo, un botarate, un filibustero pero…la quiero y con decirlo me basta. Me alcanza a mi y le sobra a ella ¡Así de necias son algunas mujeres! ¡Así! Así de hijos de puta somos algunos hombres
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