lunes, 5 de mayo de 2008

¡Hola Papá! (Epístola morosa al día de la madre)


Un día, en el metro – era la línea 3 – tenía a unas niñas al frente: dos gemelas. No tendrían menos cinco otoños ni más de seis. Venían, creo, de una fiesta. Ocultadas bajo el adorno maltratado de un disfraz de gato triste, una lloraba y la otra reía y luego al revés. Reían al recordar, tal vez, el tiempo de la piñata y cómo era el regaliz que ahora una le masticaba a la otra y cómo esta lo fantaseaba. Se lo comían las dos, igual que las dos reían y las dos lloraban porque, tal vez, hubiesen querido más regalices.

Y yo fantaseaba con ellas y con cómo una de las dos pudiese ser mi hija porque si pudiera: tendría una hija y con cómo la querría y con cómo sería la persona más feliz del mundo a su lado. Y no fantaseaba solo con su idea: yo la hice y yo la tuve. Tuve una hija, la sentí, todavía la siento. Lloré como los padres lloran, me emborraché e invité a mis amigos y a mis amigas y a todo el bar y cantaba, decía: ¡Tengo una hija! ¡Una niña preciosa!

Me quede sin dinero y quién iba a decirlo pero me dio igual, el dinero y todo, y es que la iba a querer muchísimo ¡Coño! Ya la quería, tanto que daría mi vida por ella, francamente, solo como los padres son capaces de hacerlo. La siento, la quiero, aun la quiero aunque su sueño se haya deshecho. Y le iba a consentir todo, será la niña más feliz del mundo y si alguien le hace algo, le mato. Dos veces.

Y si le pasa algo…Un nudo terrible ató la congoja a mis vísceras, sentí miedo por otro; igual que me descoyuntaba cuando ella sonreía. Si le pasa algo me muero y pensé, en aquel metro, pensé que le escribiría un libro entero si fuese escritor y le tallaría un baldaquino si fuese carpintero y la vi, en aquel metro, la vi diciendo Papá y mirándome y pintándose la cara para salir. Y la quería, la quiero, más que a mi vida. Más que a mi vida.

Ser padre es lo más parecido que existe a ser madre pero no tiene nada que ver.

2 comentarios:

Sally Hayes dijo...

Yo lo que digo y mantengo, es que si viene sentada porque va a ser periodista, no te va apoder dar cabezazos en el esófago. Por lo demás ser padre de una niña es lo que más se parece a ser madre d eun niño. Y eso que hoy en día , gracias a ¿Dios?, puede qu elos niños también te llamen mamá mientras se pintan para salir.

Sally Hayes dijo...

Ahora sé que vas a ser el peor padre que pisó la tierra.
Esto desde que decidiste la educación sexista de Franco y tu niña, a la que tanto quieres, no va apoder tener un micro machine.
ag