El báltico, al fondo y no tan calmando como se costumbre, hacía todo más soportable. La decisión fue casi unánime, había que salir de allí y aproBechar las pocas horas de luz que quedaban en el centro de la ciudad. De camino hacia el bus paramos en la segunda colorful church. Dentro de la capilla, rodeados por un círculo de velas, un matrimonio joven bautizaba a su hija de unos 6 años. El rito ortodoxo requiere que las mujeres lleven la cabeza cubierta y que la niña sea bendecida en varias pares de su cuerpo. Después de observar embobados la ceremonia y sacar alguan foto inapropiada, cogimso el bus que nso llevó de nuevo a Stalingrado donde comimos bolas de pollo. De vuelta al centro caminamos por la calle Nevski, rodeamos la catedral, sacamos fotos a la fachada del hermitage en hobras y nso topamos con un horrrooso espectáculo de mendigos cobrado a viandantes cualquiera por hacerse fotos con sus pobres monos vestidos de calle. Cuando los demás camaradas llegaron cansados de tanto palacio la mejor opción parecía unirnos a ellos y caminar de noche hacia la isla y su fortaleza. Al final, cada uno a su ritmo, los españoles y el incondicional alemán nos quedamos atrás y descubrimos solos el castillo desierto y a Peter, el fundador de la ciudad, con su pequeña cabeza. Por la noche, iluminada y tranquila, la ciudad se presentó ante nosotros como candidata a “lo mñas increible que he visto nunca” Probablemente durante el camino de vuelta la hostal , la temperatura estaba muy por debajo de cero.
Sara Paz
Camino al palacio, por la mañana. Al fondo, una de las estaciones de metro.


















el hermitage visto desde el puente que cruza al otro lado de la ciudad.



Nahuel
1 comentario:
La foto del trompetista es belleza pura.
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