domingo, 5 de octubre de 2008

Al bosque


Recuerdo.

Hoy es domingo 5 de Octubre, quedan 17 días para mi cumpleaños. No espero que se acuerde todo el mundo. Porque, lo cierto, estoy actualmente para muchos en estado de no. Falo, Rafael, y no diré de quién se trata a quién no le trate, diría que soy un no, o bien, que estoy en un no-estar.

Aprovecho para enviarle un saludo: un saludo Rafael, le echo de menos a usted, y a su porte innato para dogmatizar negando. No espero que él se acuerde, tiene demasiados libros en la cabeza, ficción y ensayo, y hasta un guión fílmico, pero agradecería una felicitación espiritual, vía e-mail, aun en la distancia. Amigos, recordadme, y dios os libre de utilizar una red social para hacerlo.

Recapitulo.

Decía que hoy es domingo 5 de Octubre, el sábado me sonó el despertador justo a la hora programada. Aun no he entontecido tanto como para agradecerle la puntualidad a un reloj, lo apagué y seguí durmiendo. A las 9:10 el reloj seguía en hora, también a y media. No me dolía la cabeza y me alegre (efecto de beber y no mezclar, y ya nos lo decían en aquellas charlas para pre-alcohólicos, a las que asistía convencido con 13 y 14 años). Me alegré mucho, otra vez, de seguir vivo y seguí durmiendo, sólo 5 minutos.

A las 9:35 mi compañero dijo: “Wake up”. Ya había decidido no ir al viaje de turno; no me dolía la cabeza ni el estómago, pero el caso es que no iba a ir. Volvió a decir: “Wake up”, y me levanté. Le debo el día, y la razón, pero desde entonces, tengo que odiarle.


A lituania, y a sus arboles, les sienta muy bien el Otoño...


























Como veis, el otoño también le sienta bien a Sara, que está guapísima.






El viaje.

Podemos resumirlo como un autobús, 60 jovenzuelos cadavéricos, resacosos, algún gordo, media hora de viaje al bosque Lituano. De nuevo el autobús y los 60 gordos. Un castillo antropogénico, otra vez el bosque, y vuelta.

A veces temo transfigurarme, si es que no lo soy ya, en Erasmus exótico y típico. Yo me lo estoy pasando aquí muy bien, y eso no debe ser pecado, pero le temo a tanto paseo en el bosque, natural, templado de hoja caduca, y a caminar rápido mirando al suelo. Admito que he caído en el vicio de no fijarme. Hasta en eso me he vuelto vago.

Me reconforta el diamante de 600 euros que suelo colgarme en el cuello, 600 kilos, que prefiero cargar con las manos. Un diamante para levantar la vista y pulir el otoño.



2 comentarios:

Peter Pánico dijo...

Buenos días, tardes, noches, desde distintas latitudes. Puede haber algo más saludable que la envidia del recuerdo? Muy buenas las fotos, Mr. Nahuel, man patinka labai...

Espero que sigan disfrutando a saco de la pequeña Lietuva.

Un abrazo

Ex-convicto lituano, agora nas cárceres do alheio país brasileiro.

Anónimo dijo...

Muy bonitas fotos