"My name is Apo and i'm from Turkey". Apo, como dice él y así se llama, es sólo una porción de su nombre verdadero, terriblemente largo, oclusivo, muy turco e impronunciable. Es sólo una porción, no muy larga, al menos de no más de un metro sesenta, de Turquía. Aunque en verdad, y nadie lo duda, es aun así, una reproducción muy fiel, a una escala encogida, de las virtudes y los defectos de este gran país, transcontinental, europeo, asiático y sólo un poco occidental.
Cuando alguien llama a Apo, o cuando Apo se llama, esquizofrénico, en reflexivo, y es algo frecuente desde que le conozco, el berrido es siempre un poco más alto que con otros, por ejemplo, los franceses. A Apo se le grita con voz cerradiza, cogiendo aire, frenándolo luego con ambos hocicos, inflando la boca y tupiéndola. Soltando una sola brisa al final, explosiva, como un salivazo escupido, procurando no regar a nadie: “¡Appppo!” contesta Apo y dice entonces “Hello, my friend. How are you today?”. Suelo decir “bien” o “fine”, en este caso, pues así de bien me encuentro, y cortésmente, le devuelvo el favor y la pregunta. Apo responde “I’m soooooooooooooo ttirred”, siempre está cansado, como él dice. Su frase inconfundible ya se ha convertido en lema de muchos, por su distintivo estruendo al pronunciarla. Apo siempre está cansado, y con razón. No es para menos, como encarnación de la Turquía asiática, tímidamente abierta al mundo, Apo es un hombre activo. Un deportista. Es el orgullo de su familia: juega al fútbol, en Turquía jugaba todos los días con sus amigos y el pasado Lunes fue la estrella del ErasmusTeam, que barrió a un conjunto de niños Lituanos de 13 años por 10 goles a 2 "Amazing". Apo completó un hat-trick tras una magnífica actuación. Él es hombre, grandioso, valiente, no teme a nada ni a nadie, en realidad, sólo a Dios. Así lo dice y mira al cielo, lo señala, como si en realidad Él ya le hubiese señalado. Dios le ha conferido un don, un milagro, que debe expresar y manifestar al mundo. Apo, además de jugar al fútbol, estudiar “I’m very clever” y batallar, cada instante, por su país y su Dios, ser orgullo de su familia, es una Singstar de la canción popular turca. Él dice, y hay más de un excéptico que lo pone en duda, que en Turquía es una estrella de la televisión. Yo le creo, le veo y le imagino, siempre, tras una un televisor grueso y viejo, bajo de color, con interferencias. Revestido con muchos colores y rodeado de quince turcas, con el pelo cubierto y una fina seda sobre sus ojos, moviendo el vientre, desnudo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario